Elena Sáenz, creación e interpretación musical

Elena Sáenz, y por extensión su álbum de debut ‘Escenas’, es una grata anomalía en el panorama musical murciano y nacional. Una propuesta que se aleja de lo convencional -e incluso de lo que conocemos como ‘independiente’- ya desde su concepción: la creación de escenas sonoras -de ahí el título- que parten de ideas extramusicales y que se mueven entre la concreción y la evanescencia. Algo así como decir ‘estoy aquí, pero no sé bien dónde es aquí’, seguramente porque ese ‘aquí’ sea más un espacio emocional e inaprehensible que físico y material. Ni siquiera es un ‘aquí’ estático, pese a lo inamovible del registro discográfico, como prueba en unos directos siempre inesperados y diferentes.

Con el apoyo en la producción del reputado músico de jazz José Antonio Hurtado, Elena se encarga de la práctica totalidad de elementos. Diseña los loops, moldea la atmósfera de las canciones y toca todos los instrumentos: la flauta -principal vehículo narrativo-, la guitarra, el kalimba africano, el cajón flamenco y la voz, además de componer todas las piezas del disco. La música y musicóloga de Cartagena asume el riesgo de crear un ente móvil en el que integra y con el que se deja llevar de manera que sea la propia música la que acapare el protagonismo.

Una suerte de arte sonoro, más que de música popular al uso, que se deja permear por el jazz -jazz rock, flamenco jazz- y por el folk minimalista, por los ecos de la bossa nova y la música mediterránea, por la técnica del cut-up (en un recuerdo al escritor Miranda Terrer) y por las texturas del ambient pop más evocador. En definitiva, ‘Escenas’ propugna la sublimación del momento, del instante irrepetible, el movimiento de devenir incierto y por ello mismo aun más atractivo y seductor. Es una apuesta por la creación en sí misma, lo que de algún modo remite al romanticismo en el sentido de la búsqueda de la emoción pura por encima de cualquier otra consideración.

Elena Sáenz es una rara avis, una creadora de difícil parangón. Por ello y por su mirada sonora, tan limpia como intrépida, se trata de una artista a cuidar. Y a valorar.

Jam Albarracín.